sábado, 12 de julio de 2008

Jeronimo y el Canon del AT

JERONIMO

Eusebius Sofronius Hieronymus, era el verdadero nombre latino de Jerónimo, que nació en el ano 346 d.C., en el Estridor en Dalmacia.

Jerónimo decidió seguir revisando el AT en latín haciendo referencia a la Septuaginta. Pero pronto se convenció de que la única forma satisfactoria era trabajar del hebreo original.
En su prologo acorazado (Prologus Galetaus) estableció los principios sobre los cuales se propuso trabajar.



"Este prólogo a las Escrituras puede servir como un prefacio con yelmo [galeatus] para todos los libros que hemos vertido del hebreo al latín, para que podamos saber -mis lectores tanto como yo mismo- que cualquiera [libro] que esté más allá de estos debe ser reconocido entre los apócrifos. Por tanto, la Sabiduría de Salomón, como se la titula comúnmente, y el libro del Hijo de Sirá [Eclesiástico] y Judit y Tobías y el Pastor no están en el Canon."
Traducción al español se encuentra en el libro “El canon de la Escritura” F.F. Bruce.

Lo que escribe Jerónimo en su Prolugos Galeatus, no lo hace un radical y el único padre de la iglesia que pensó de esa manera, como lo tratan de hacer ver los apologistas romanos, sino que hizo de de una forma mas explicita lo que pensaban la mayoría de los padres respecto a los libros llamados eclesiásticos, y a las pruebas me remito.

También tenemos mas aportaciones de Jeronimo en su prologo a los tres libros de Salomón (Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los cantares):

“Allí circula también la virtusisima de Jesús hijo de Sirac, junto a una obra parecida: el seudopigrafe titulado “La sabiduría de Salomón”. La primera de ellas la encontré también en hebreo, con el titulo no de Eclesiástico, como en latín, sino de “Parábolas”. El último no se ha encontrado en ninguna parte en hebreo: su mismo estilo tiene un sabor a elocuencia griega y varios escritores antiguos afirman que es obra del Judio Filon. Igual que la iglesia lee Judit, Tobit y los libros de los Macabeos sin considerarlos libros canónicos, permitamos leer también estos dos volúmenes para la edificación del pueblo aunque no sean para establecer la autoridad de los dogmas eclesiásticos”.

Interesante, dice que la iglesia leía los apócrifos pero no los recibe como escrituras, esto derrumba más de la mitad de los ejemplos que dan en muchas paginas de apologética romanista , donde padres de la iglesia citan a los apócrifos pero jamás lo consideran como escritura.

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